Este viernes se confirmó oficialmente la rescisión del contrato que unía a Sebastián Palacios con Talleres de Córdoba. El delantero, oriundo de Juan Bautista Alberdi, provincia de Tucumán, pone fin a su tercer paso por el club cordobés tras un año marcado por lesiones y altibajos futbolísticos. Su destino inmediato será Grecia, donde vestirá la camiseta del Levadiakos, equipo de la Primera División helénica.
Con 33 años y una extensa carrera, Palacios sigue sumando capítulos a una historia forjada desde muy lejos de los grandes reflectores. Nacido y criado en Alberdi, su talento empezó a brillar en las canchas de tierra del sur tucumano, donde la pelota no se negocia y el potrero es escuela. Desde allí, con esfuerzo y goles, logró dar el gran salto: primero a las inferiores de Boca Juniors, donde debutó en Primera, y luego a un recorrido nacional e internacional que lo consolidó como delantero profesional.
Una carrera con gol y carácter
A lo largo de su trayectoria, Palacios jugó en Boca Juniors, Unión de Santa Fe, Arsenal de Sarandí, Talleres, Independiente, Newell’s, Panathinaikos (Grecia) y Levadiakos, entre otros clubes. Su primer gran despegue fue en Talleres, donde se ganó el cariño de la hinchada a fuerza de goles y entrega. En su paso por Panathinaikos acumuló 120 partidos, 26 goles y 13 asistencias, números que le permitieron abrirse una nueva puerta en el fútbol europeo.
Este tercer regreso a Talleres, sin embargo, no tuvo la misma chispa. Bajo las conducciones técnicas de Walter Ribonetto y luego Alexander Medina, Palacios disputó 30 partidos, marcó apenas 2 goles y aportó 1 asistencia. Las lesiones y algunos conflictos extradeportivos, como una sanción disciplinaria tras un cruce con hinchas luego de una derrota con Vélez, condicionaron su rendimiento.
El club y el jugador decidieron rescindir de común acuerdo un contrato que se extendía hasta junio de 2026. Palacios no se presentó a entrenar el jueves en el CARD y desde la dirigencia se confirmó que ya no forma parte del plantel.
De Alberdi al mundo
Para los vecinos de Juan Bautista Alberdi, Palacios es mucho más que un nombre en una planilla. Es el ejemplo de que se puede llegar. Es aquel chico que desde el barrio, entre partidos interminables y sueños enormes, logró entrar en el radar de los grandes clubes. Su figura representa al futbolista de raza, al que no le regalaron nada y que aprendió a pelear cada metro.
Ahora, su carrera continuará en el Levadiakos, en lo que será su segunda experiencia en Grecia. Una nueva camiseta, otro idioma, pero la misma esencia: la del chango tucumano que nunca dejó de perseguir la pelota.