Por momentos, los hechos parecen increíbles. Pero ocurrieron. Y hoy son motivo de bronca, tristeza y una denuncia que aún busca encuadre.
Lo que debía ser una noche inolvidable para los alumnos de sexto año de la Escuela Monseñor Ferro, de Concepción, habría terminado en una presunta estafa que dejó a estudiantes y familias frente a un salón cerrado, a oscuras y sin respuestas.
Según relatan padres y alumnos, la fiesta de egresados estaba prevista para un viernes por la noche, con una cena que comenzaría a las 21. Para poder asistir, cada tarjeta tenía un valor de $40.000, aunque si el pago no se realizaba en término el costo ascendía a $45.000.
Desde junio y julio, las familias venían reuniendo el dinero: padres trabajando en la cosecha de arándanos y limón, chicos vendiendo dulces, rifas, todo lo posible para cumplir con el sueño del cierre de etapa.
Nada parecía indicar lo que vendría después.
El viernes, el silencio
“El viernes nos preparamos para ir. Llegamos al rancho y estaba todo apagado, los portones cerrados. Fue una desilusión para ellos”, relató una madre.
Según coinciden los testimonios, hasta horas de la siesta el organizador respondía los mensajes. Después, silencio.
Alrededor de las 20, una madre alertó que algo no estaba bien. La cena era a las 21. Primero pensaron que era una broma.
No lo era.
Por los vidrios del local siempre según el relato se veía el interior sucio, abandonado, con los centros de mesa tirados, los mismos que habían sido entregados por las familias.
La acusación y la denuncia
Los padres acusan en potencial a un hombre identificado como Miguel Ocampo, quien habría recibido el dinero de las tarjetas. Afirman que los bloqueó a todos y que no dio explicaciones formales.
La situación se tornó aún más confusa cuando, al dirigirse a realizar la denuncia, dos policías se acercaron al lugar para informar que ya existía una denuncia contra los padres y estudiantes, supuestamente por destrozos en el local.
Las familias niegan haber provocado daños.
Según lo denunciado, en la Comisaría de Concepción no les habrían tomado la denuncia, indicando que debía hacerse en Alto Verde.
En Alto Verde, la respuesta habría sido la contraria: que correspondía Concepción, porque el denunciado sería de esa ciudad, aunque el local esté en otra jurisdicción.
Mientras tanto, la denuncia penal por presunta estafa ya fue realizada, aunque el proceso inicial estuvo marcado por idas y vueltas que sumaron frustración a una noche ya arruinada.
La voz de los estudiantes
La hija de una de las madres contó que el martes 2 de diciembre habían solicitado una reunión, luego de que circulara un escrache por incumplimientos a otros alumnos. El encuentro no se concretó.
Más tarde, el viernes 5, se realizó otra reunión con dos padres. Allí, el organizador habría dicho que había 30 personas más supuestamente de otra escuela y que, para compensar, cambiaría el menú por pollo relleno con papas, pidiendo tranquilidad.
Horas después, el teléfono dejó de responder.
Más que una fiesta
Esta historia no habla solo de dinero. Habla de esfuerzo, de chicos que trabajaron, de familias humildes que ajustaron cada peso, de un momento simbólico que no vuelve.
Algo que debía ser magnífico el cierre de la secundaria quedó derrumbado, no solo por un salón cerrado, sino por la sensación de haber sido engañados.
Hoy, todo se investiga en potencial, como corresponde. Pero el daño emocional ya está hecho.
Y la pregunta que queda flotando es simple y dolorosa: ¿quién se hace cargo de una noche que nunca fue?
Derecho a réplica
Desde este medio se intentó establecer contacto con el mencionado enviándole un mensaje con el contenido de esta redacción, con el objetivo de conocer su versión de los hechos y brindarle el correspondiente derecho a réplica.
Al cierre de esta nota, no se obtuvo respuesta.

