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El impacto devastador de la ludopatía: La importancia de buscar ayuda a tiempo

Diversos estudios revelan que una atención especializada permite una mejora significativa en la calidad de vida de los pacientes, además de prevenir el deterioro emocional, aumentar las tasas de recuperación y reducir la probabilidad de recaídas

Comúnmente conocido como ludopatía, el trastorno de juego es una adicción comportamental caracterizada por respuestas conductuales persistentes y recurrentes, relativas al juego de apuestas, a tal punto que alteran la vida personal, familiar y profesional del individuo.

Si bien las consecuencias económicas de este trastorno están ampliamente documentadas y descritas, las diferencias psicológicas, sociales y psiquiátricas en el curso de la vida entre quienes reciben un tratamiento efectivo y quienes no lo hacen es, quizás, un tema poco explorado.

El acceso a intervenciones de eficacia probada y evidente, o la falta de estas, modifica de diversas maneras la vida de las personas con ludopatía. El tema central son los aspectos menos conocidos, como las condiciones psiquiátricas comórbidas (que ocurren al mismo tiempo), la reintegración social y la resiliencia psicológica a largo plazo.

La respuesta o los resultados psicológicos y la importancia de la intervención temprana en el diagnóstico y tratamiento están sustentados por la evidencia clínica y científica. En el marco del Día Internacional del Juego Responsable, es importante destacar que el tratamiento efectivo para la ludopatía, particularmente mediante terapias cognitivo-conductuales (TCC), no solo reduce los síntomas del juego patológico, sino que también actúa mejorando o deteniendo el deterioro emocional (Adicción al juego: tres abordajes psicológicos y 10 estrategias de superación).

Varios estudios han demostrado que los pacientes que reciben terapia especializada experimentan una disminución significativa en los síntomas de ansiedad y depresión, en comparación con aquellos que permanecen sin tratamiento. Por ejemplo, un ensayo clínico sobre la práctica de TCC ante el juego patológico mostró que, tras seis meses de tratamiento, el 40% de los participantes evidenciaba una reducción clínicamente significativa en síntomas depresivos, mientras que el grupo de control (no tratado) reportó un aumento del 25% en cuadros de desesperanza y aislamiento emocional.

Las distorsiones cognitivas de la ludopatía

Un aspecto muy poco tratado, pero crítico, es el impacto del tratamiento en las distorsiones cognitivas propias de la ludopatía.

Una distorsión cognitiva es un patrón de pensamiento erróneo o sesgado que altera la percepción de la realidad de manera negativa, influyendo en emociones y comportamientos (Distorsión, disonancia y sesgo cognitivos, las tres formas de ver el mundo que condicionan nuestras decisiones).

Los pacientes tratados desarrollan en principio una mayor capacidad para identificar los sesgos o distorsiones cognitivas o los pensamientos irracionales y luego tomar distancia, corregirlos progresivamente.

Un ejemplo de esto es la “falacia del jugador”: la creencia de que una racha de pérdidas predice inevitablemente una futura victoria. En este proceso se busca, mediante técnicas de reestructuración cognitiva, fomentar la toma de decisiones basada en conceptos reales, en contraposición a los razonamientos ya probados en el pasado como erróneos, como es la rumiación sobre fantasías de recuperación económica que compensará las pérdidas, quedando estas relativizadas por ese “desquite” que en algún momento “debe” llegar.

Por el contrario, quienes no reciben tratamiento adecuado (y esta palabra debe ser sopesada cuidadosamente, ya que muchas personas se encuentran en terapias que sirven para aspectos generales de la personalidad, pero no sobre este proceso comportamental en concreto), suelen quedar atrapados en ciclos de pensamiento mágico (loops), donde cada apuesta se justifica como una “oportunidad única” para saldar deudas. Una situación que agrava su crisis financiera y emocional, e impulsa la desesperanza y hasta a veces las tentativas autolesivas e ideas de ruina, por nombrar algunos aspectos.

 

Infobae

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