A sus 79 años, una mujer de Escaba comparte su historia de vida dedicada al trabajo en el campo y como empleada doméstica. Tras completar el sexto grado, dejó su hogar para buscar un futuro mejor en Juan Bautista Alberdi, Aguilares y finalmente San Miguel de Tucumán, donde trabajó durante 30 años lejos de su familia.
Su relato es un reflejo de las experiencias de muchas familias que, en años anteriores, buscaron oportunidades en otras regiones. «Zulemita» Cardenas recuerda haber vivido en un lugar donde habitaban ingleses, cuyo legado perdura en un cementerio abandonado. Además, menciona la presencia de vasijas y otros restos que evidencian la actividad de comunidades indígenas en la zona.
La vida en el campo presenta desafíos cotidianos, como la necesidad de obtener agua de una vertiente y viajar a Alberdi para abastecerse de alimentos. A pesar de criar animales, como chanchos, la mujer sospecha que algunos se pierden debido a robos.
En sus visitas a su familia, el transporte público la dejaba inicialmente en Batiruana, a 13 km de Escaba, pero su hogar se encuentra en una zona escarpada. Con el tiempo, el colectivo comenzó a dejarla en Escaba.
La mujer comparte curiosidades sobre los nombres de algunos lugares. «El 25″ debe su nombre a la cantidad de pasos necesarios para cruzar el río, mientras que «El Corralito» hace referencia a la abundancia de corrales en la zona. Escaba, por su parte, se llama así debido a la confluencia de ríos en el lugar. Batiruana, según cuenta, proviene de la «quebrada del guen tirano», nombre dado por quienes construyeron el dique en referencia a un tirano que siempre regresa al lugar.