Según la dura imputación de los acusadores, la ex Presidenta no solo estaba al tanto de la maniobra, sino que «tomaba posesión» del efectivo. La defensa rechazó los cargos: «No han conseguido una sola prueba»
La tensión volvió a elevarse en los tribunales de Comodoro Py. En una nueva jornada clave por la Causa de los Cuadernos, la Fiscalía desplegó una de sus acusaciones más contundentes contra la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, ubicándola ya no como una partícipe necesaria, sino en la cúspide de la pirámide de recaudación ilegal.
Según la presentación realizada por el Ministerio Público Fiscal, la ex mandataria fue identificada sin rodeos como la «destinataria final» de las coimas que circulaban a través de la obra pública y el transporte. La hipótesis de los investigadores sostiene que el circuito del dinero negro tenía un punto de llegada físico y concreto: el domicilio de la ex vicepresidenta.
La imputación detalla una mecánica aceitada. Los fiscales sostienen que el dinero, proveniente de los retornos pagados por empresarios contratistas del Estado, realizaba un recorrido por distintos intermediarios hasta llegar a las manos de la familia Kirchner. En este esquema, Cristina Kirchner «era quien tomaba posesión final de la mayoría del dinero», aseguraron fuentes judiciales basándose en la lectura de la acusación.
Juncal y Uruguay: ¿Domicilio o bóveda?
Uno de los puntos más fuertes de la acusación recae sobre el rol que jugaba el departamento de la ex funcionaria en el barrio de Recoleta, ubicado en la intersección de las calles Juncal y Uruguay. Para la Fiscalía, ese inmueble funcionaba como uno de los principales «centros de acopio del dinero».
La investigación intenta demostrar que los bolsos con efectivo ingresaban a la residencia privada, transformando el hogar de la ex mandataria en un eslabón logístico fundamental para la trama de corrupción. No se trataba de entregas aisladas, sino de una sistemática **recaudación de fondos ilegales** que, según la acusación, terminaban engrosando el patrimonio de la cúpula del poder ejecutivo de aquel entonces.
El descargo: «Ni una sola prueba»
Del otro lado del estrado, la estrategia de la defensa se mantuvo inamovible, apelando a la falta de evidencia física directa que vincule a Cristina Kirchner con los movimientos de dinero descritos en los cuadernos del chofer Oscar Centeno.
Durante la audiencia, se leyó un descargo de la ex Presidenta, quien volvió a cargar contra la instrucción de la causa y el accionar de la justicia federal. Con un tono desafiante, la defensa sostuvo que, a pesar de los años de investigación y los cientos de fojas acumuladas, los fiscales **»no han conseguido una sola prueba»** que acredite que ella haya recibido el dinero o que su departamento haya funcionado como tal centro de acopio.
La frase busca desarticular la narrativa de la fiscalía, planteando que la acusación se sostiene únicamente en declaraciones de arrepentidos y no en trazabilidad financiera o evidencia material concreta.
Este nuevo capítulo en la causa Cuadernos marca un punto de inflexión, endureciendo la calificación sobre el rol de Cristina Kirchner y poniendo el foco, una vez más, en los movimientos que ocurrían puertas adentro de su residencia en Recoleta.

