Vecinos de la Villa de Chicligasta, en el departamento Simoca, se ven obligados a celebrar misas y venerar a su patrona, Nuestra Señora de la Candelaria, al aire libre desde hace más de dos años. La histórica capilla de adobe, construida en 1797 y declarada patrimonio histórico, presenta graves deterioros en su estructura, especialmente en el campanario, lo que motivó su clausura por razones de seguridad.
Los fieles se reúnen frente al templo, incluso bajo la lluvia, para rezar y mantener viva su fe. La situación genera preocupación e impotencia en la comunidad, que añora poder volver a utilizar el espacio sagrado donde generaciones anteriores profesaron su devoción.
La capilla, una de las más antiguas de Tucumán, habría sido construida sobre las ruinas de otra aún más antigua, donde se dice que predicó San Francisco Solano a finales del siglo XVI. Los años y la falta de mantenimiento han hecho mella en la estructura, que ahora se encuentra en grave riesgo de derrumbe.
Los vecinos esperan ansiosos el inicio de las obras de restauración, cuyo presupuesto ya ha sido aprobado. Mientras tanto, continúan manifestando su compromiso con la preservación de este valioso patrimonio histórico y religioso, que forma parte de la identidad de su comunidad.